(APE).- Lo que parece bello -decía Flaubert- es hacer un libro sobre nada, un libro sin lazo exterior, que se mantuviera por la fuerza interna de su estilo, como la tierra que sin ser sostenida se mantiene suspendida en el aire. Un libro que no tuviese tema o fuese casi invisible.
Una escritura iluminada por las puras formas, que intenta con voluntad encarnizada -expresa Bourdieu- desterrar del discurso todas las marcas sociales. Una literatura sin ataduras ni raíces. Celaya habitante de otros arrabales -vitalmente humanos- escribe que nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno y condena la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.