El fenómeno de la violencia es complejo y multifacético. No hay una, sino muchas variedades de violencia. De allí nace el problema de definirla. Las definiciones de mayor uso incorporan las dimensiones de cuán intencional es la conducta, así como cuál es la gravedad de sus consecuencias. Siguiendo estas líneas, una definición comunmente aceptada dice que conductas violentas son “las conductas de individuos que intenten, amenacen o inflijan daño físico u de otro tipo” (Reiss y Roth,1993 p.2).
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Mas allá de la despenalización de la tenencia
El debate sobre si es conveniente o inconveniente despenalizar la tenencia de cantidades mínimas de ciertas drogas ha tomado nueva vigencia a raíz de declaraciones de funcionarios del gobierno nacional. Surgen expresiones en apoyo y otras en franco rechazo. Al convertirse en un tema de debate generalizado, se distorsionan los conceptos e incluso la prensa no tiene el rigor necesario para presentar las opiniones correctamente
encuadradas.
Control de la violencia
A veces se considera que hay grandes diferencias entre las acciones de control y las de prevención y que, por ende, es sencillo distinguir entre ellas. El mundo real, sin embargo, es más gris que blanco y negro.
Prevención de la violencia
La violencia, con sus múltiples causas y consecuencias, requiere de un conjunto de soluciones que involucran la acción de diversos sectores. No existe una receta única aplicable a todas las situaciones. Pero sí hay un sinnúmero de propuestas de acción, muchas guiadas por los diversos enfoques disciplinarios que la estudian. Ellas se pueden dividir en dos grandes grupos: acciones dirigidas a controlar la violencia y aquellas dirigidas a prevenirla. La criminología y el enfoque judicial han hecho aportes significativos al primer grupo mientras que la epidemiología y el enfoque de salud pública han ofrecido una metodología orientada a la prevención.
El papel del gobierno local en la seguridad de las comunidades
Los alcaldes y dirigentes municipales a lo largo y ancho de Estados Unidos han sido confrontados en los últimos tiempos por los crecientes problemas ligados a la seguridad en sus respectivas comunidades. Ello ha afectado no sólo a los grandes centros urbanos sino a las pequeñas localidades y municipalidades rurales. Un gran número de países ha experimentado igualmente rápidos incrementos similares en lo referente al delito, que sólo pareciera disminuir en los últimos años. La respuesta usual de numerosos gobiernos ha sido la de endurecer sus leyes y sus sistemas de justicia, aumentando el personal de sus policías y los castigos en un esfuerzo por reprimir o disuadir el delito y la violencia. No obstante, las consecuencias económicas y sociales sufridas por la sociedad y por las víctimas continúan siendo enormes.
Teorías sociocriminales y prevención de la delincuencia
En este trabajo, tal como su título lo indica, se intenta explorar las cinco principales teorías sociocriminales –las más usadas hoy día: la anomia de Emile Durkheim, la anomia de Robert K. Merton, la asociación diferencial de Edwin H. Sutherland, las subculturas delincuentes de Albert K. Cohen y otros, y la reacción social de Howard S. Becker y otros- a fin de extraer de ellas elementos teóricos derivados del modelo de sociedad que explícita o implícitamente subyace en las mismas, los cuales permitan fundamentar y formular orientaciones válidas a tener en cuenta en un plan integral de prevención de la desviación social y la delincuencia.