La globalización surgida a comienzos de los años 90, ha presionado a los países a adoptar sistemas de liberalización financiera, que permiten movimientos internacionales de capitales sin restricciones que desde el punto de vista fiscal significan liberalizar la transferencia al exterior de fondos que en la mayoría de las veces pasan a evadir el pago de impuestos en el país de origen, pero sí contribuyen a incrementar la recaudación impositiva en el país de destino.