En anteriores trabajos hemos tratado de reflejar, con base científica, el notable incremento que se registra en el mundo en general en materia de violencia y de delito. Volver a ello sería absolutamente redundante. Además, existe conciencia generalizada del fenómeno e, incluso, la percepción social suele superar a la realidad concreta.

También avanzamos más allá de las estadísticas criminales, procurando alertar sobre las graves consecuencias que provocan los errores de diagnóstico en materia de política criminal, máxime cuando crisis tras crisis se reiteran los mismos argumentos y se ejecutan las mismas medidas que, lejos de operar como solución, tienden a profundizar el problema.

Cuando la dirigencia no está en la avanzada de las ideas ni en el estudio serio de los conflictos sociales sino que actúa con torpeza empujada literalmente por el estímulo de voces que promueven criterios simplistas y demagógicos, lo que cabe esperar son nuevos fracasos.