SAN PABLO.- Pánico, caos, 81 muertos, 90 ómnibus incendiados, decenas de prisiones amotinadas y la más violenta declaración de guerra del crimen organizado contra el Estado brasileño en toda su historia.
El «lunes negro» que ayer vivió San Pablo difícilmente será olvidado. Se lo recordará como el día en que el jefe de una organización criminal logró tomar de rehén a la capital económica de Brasil con una llamada de celular en la que convocó a la delincuencia a matar policías, incendiar, atacar comisarías, amotinar prisiones, tirar bombas y difundir el terror.