Los alcaldes y dirigentes municipales a lo largo y ancho de Estados Unidos han sido confrontados  en los últimos tiempos por los crecientes problemas ligados a la seguridad en sus respectivas comunidades. Ello ha afectado no sólo a los grandes centros urbanos sino a las pequeñas localidades y municipalidades rurales.

Un gran número de países ha experimentado igualmente rápidos incrementos similares en lo referente al delito, que sólo pareciera disminuir en los últimos años. La respuesta usual de numerosos gobiernos ha sido la de endurecer sus leyes y sus  sistemas de justicia, aumentando el personal de sus policías y los castigos en un esfuerzo por reprimir o disuadir el delito y la violencia. No obstante, las consecuencias económicas y sociales sufridas por la sociedad y por las víctimas continúan siendo enormes.