PARIS ( International Herald Tribune ).- Con poca observación externa, las condiciones en los campos con frecuencia están muy por debajo de las normas internacionales: hacinamiento, ratas y enfermedades son el denominador común.
Los residentes de la isla griega de Samos aún no se recobran tras haber conocido las condiciones de su antiguo centro de detención, una ex fábrica de tabaco donde el visitante era asaltado por el hedor a vómito, orina y sudor, donde los desagües filtraban en los dormitorios.
Fue allí donde un grupo de iraníes, frustrados y disconformes debido a la prolongación excesiva de su detención protagonizaron una huelga de hambre en 2006 y se cosieron los labios con alambre extraído de un enchufe.
Los abogados de refugiados que han visitado un campo situado en Venna, en un depósito de ferrocarril abandonado a 35 minutos de la ciudad griega de Komotini, dicen que está plagado de alimañas. «Conviven con las ratas», dijo Eugenia Papanastasiou, abogada en la ciudad vecina de Kavala. «Cuando la ONU vino a inspeccionar las autoridades limpiaron el lugar y quemaron los colchones», explicó. Diez días después estaba otra vez atestado.
Los funcionarios responsables de controlar los centros dicen que sólo son lugares temporarios, o que los internos apenas permanecen allí unos días mientras esperan los exámenes médicos. Ni el ministro del interior griego ni la policía permitieron el acceso de periodistas a los centros de detención de la frontera con Turquía.
Es posible que los funcionarios empleen las malas condiciones reinantes en los campos de detención y los largos períodos de permanencia allí como un elemento de disuasión.
«Si las condiciones son demasiado buenas, suponen que podría ser un ´factor atractivo para que vengan más extranjeros», dijo Panagiotis Papadimitriou, el funcionario de la ONU encargado de monitorear la frontera en Grecia. Esas tácticas están condenadas al fracaso, agregó, advirtiendo que las condiciones «inaceptables» de Samos no habían disuadido a los inmigrantes.
Tiempo de reclusión
El promedio de detención en los campos de la UE oscila entre los 12 y los 18 meses. En Francia es de 32 días; en España, de 40; en Italia, de 60, y en Grecia, de tres meses. Alemania no tiene límite máximo para los asilados, y una visita a Malta realizada por miembros del Parlamento Europeo en marzo de 2006 reveló que algunos extranjeros habían estado detenidos durante más de 5 años.
En estos días, el Parlamento Europeo debatirá una propuesta, respaldada por Alemania y vehementemente cuestionada por los organismos de derechos humanos, que autorizaría la detención durante 18 meses en toda la UE.
El propósito de la detención, según la abogada Claire Rodier, es darle a un país tiempo suficiente para reunir la cantidad de personas necesarias de la misma nacionalidad para llenar un vuelo de deportación, aunque Francia suele unirse con otros países de la UE para llenar un avión charter.
Los críticos denuncian que en muchos campos se mezcla a las personas que esperan una decisión para obtener asilo con otras que esperan la deportación, y afirman que los campos violan muchos derechos. Con frecuencia no hay en ellos intérpretes ni asesores legales para los que necesitan solicitar protección.
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