El terrible episodio de Aurora, Colorado, es la repetición de una serie de salvajes ataques con armas de fuego que comenzaron en Columbine, también Colorado, en 1999. Le siguieron muchos otros: LA NACION informó el lunes pasado que en lo que va del año 2012 ya se han producido 22 matanzas de este tipo.  El fenómeno de estos homicidios múltiples con armas de fuego se extendió a todo el planeta desde 1999.

Hasta nosotros tuvimos nuestro caso en Carmen de Patagones, además de frecuentes casos de niños que llevan armas a las escuelas primarias, de muertes producidas en juegos infantiles u otros también relacionados con el uso indebido de armas como el del denominado “tirador de Belgrano”. Hoy leemos que, aunque parezca increíble, en Colorado la demanda de armas creció el 41% en menos de una semana.

Indudablemente las sociedades y los gobiernos no terminan de comprender que la lucha contra la proliferación de armas es una de las tres grandes  patas del trípode de la inseguridad y del delito (las otras dos son las drogas y la inequidad social).

Habitualmente se alude a que en Estados Unidos la liberalidad en la compra, tenencia y portación de armas se debe a la Segunda Enmienda Constitucional. Lo que nunca se cita es el texto de esa enmienda, que data de 1791, es decir de hace ¡ 221 años !

Esa Enmienda dice: “Siendo una milicia bien preparada necesaria para la seguridad de un Estado libre, el derecho a tener la responsabilidad de un arma no debe ser vulnerado”.

Relacionar ese texto con la vida social actual es directamente ridículo, pero es útil para muchos intereses.

Si bien hay que ser muy cautos en limitar derechos, pareciera que el mundo del año 2012 no es el mismo que el de 1791.

Julio Enrique Aparicio.