En el sitio web del Departamento de Justicia Criminal se pueden consultar los datos de estas personas y los discursos que pronunciaron minutos antes de morir. El listado incluye las 376 ejecuciones que se han realizado desde 1982 hasta la semana pasada.

«Estoy listo», fue lo último que Farley Matchett expresó antes de morir, el martes de la semana pasada. Antes había dicho: «A mi familia y a mi madre y a mis tres preciosas hijas, las amo a todas… Sean fuertes y sepan que estaré en un lugar mejor… Y a los familiares de la víctima, intenten con mi muerte tener paz y cancelar su dolor. Señor Jesucristo, me encomiendo a ti».

Minutos después, Matchett –de raza negra y 43 años de edad– recibió una inyección letal, con la cual el Estado de Texas lo castigó por un crimen ocurrido el 12 de julio de 1991. El de Matchett es, por ahora, el último caso en que se aplicó la pena de muerte en ese estado. El texto de sus últimas palabras se puede leer en una página web del sitio del Departamento de Justicia Criminal del Estado de Texas.

El sitio en Internet recopila los datos de las 376 personas ejecutadas desde que, en 1976, la pena de muerte fue reestablecida en ese estado, donde fue gobernador -entre 1995 y 2000- el actual presidente George Bush. La primera fue en 1982 y, desde entonces, el promedio es de 15 muertes anuales, aunque Matchett fue el muerto número 21 en lo que va de 2006.

Entre los textos que se pueden consultar en el sitio, se encuentra el discurso final de Luis Ramírez, un hombre de origen latino ejecutado en octubre del año pasado, que se dirigió a la viuda de la víctima: «Yo no maté a tu amado, pero espero que algún día puedas encontrar a quien lo hizo. Desearía decirte la razón por la que lo hicieron, o darte alguna especie de consuelo; tú perdiste a alguien a quien querías mucho, al igual que mi familia y mis amigos lo perderán dentro de pocos minutos«. Tenía 42 años.

Jeffery Tucker, ejecutado en 2001, les pidió perdón a los familiares de su víctima «por el dolor y el sufrimiento» que les causó. «Nunca intenté matarlo, fue sólo un accidente», dijo, cuando ya su alegato de poco le servía. El 10 de septiembre de 1999, antes de morir, Willis Barnes les habló a sus padres y hermanos, y concluyó: «Quiero darle gracias a Dios por darme una familia adorable».

Muchas veces se editaron recopilaciones de las últimas palabras de personas célebres. Así, son famosas –e imposibles de comprobar– frases como «muero contento por haber batido al enemigo» del sargento Cabral, y «ay Patria mía» de Manuel Belgrano. Quizá el caso más curioso que suele aparecer en esos listados es el de Albert Einstein, cuyas últimas palabras fueron pronunciadas en alemán, pero que se perdieron porque la única persona que lo escuchó fue su enfermera, que no manejaba ese idioma. Las palabras de los condenados en Texas constituyen uno de esos catálogos, aunque no pertenezcan a ninguna celebridad.

Fuente: Clarin