NUEVA YORK.- Erradicar el crimen de una gran ciudad requiere de una combinación de «buenas estrategias, recursos adecuados y una estructura política que sostenga a la policía», sintetiza Howard Safir, jefe de la policía aquí entre 1996 y 2000. 

Safir, que tuvo a su cargo a 41.000 oficiales, afirma que cada ciudad tiene características diferentes, pero que los principios del crimen son los mismos en todos lados. Explicó a LA NACION las claves del éxito del plan.

«En primer lugar, prestamos atención a los delitos pequeños. No nos ocupamos sólo de los grandes crímenes. Enviamos el mensaje de que el crimen y el desorden no serían tolerados. Hay que asegurarse de que los criminales sepan que habrá castigo. Por ejemplo, la gente saltaba los molinetes del subte para no pagar. Empezamos a arrestar a esas personas y resultó que algunas estaban involucradas en actividades criminales», explica Safir.

Otro aspecto central es prestar atención a las causas de la criminalidad. En Nueva York se puso en marcha un plan antidroga y se hizo hincapié en sacar armas de circulación. También se aumentó el número de policías.

Safir, que preside la consultora de seguridad SafirRosetti, destaca la importancia de la inteligencia criminal a partir de la base de datos informatizada. «Es importante saber dónde ocurren los crímenes para saber dónde asignar más recursos. En la computadora observábamos qué crímenes se cometían en el área de cada comisaría. Si la cifra había bajado, los felicitábamos. Si no, les preguntábamos qué harían para que bajaran. Si luego de tres o cuatro evaluaciones no mejoraban, cambiábamos al comisario», explica Safir.

Finamente, considera fundamental el respaldo político. «El funcionario electo más alto, sea el presidente o el alcalde, debe estar comprometido, dar a la policía los recursos necesarios y tener la voluntad política de respaldar al jefe de policía para que lleve adelante esas políticas», señala Safir.

Pilar Conci