Según un estudio presentado ayer durante la séptima Conferencia Internacional sobre Trabajo, Estrés y Salud, realizada en Washington, el hostigamiento de pares o jefes en el lugar de trabajo provoca daños más severos que los que causa el ser víctima de acoso sexual. Los investigadores analizaron 110 trabajos sobre el tema realizados a lo largo de 21 años.

Recibir críticas constantemente, ser víctima de humillaciones o sufrir amenazas en el trabajo puede ser más perjudicial para un empleado que el acoso sexual, según un estudio presentado ayer durante la séptima Conferencia Internacional sobre Trabajo, Estrés y Salud, organizada por la Asociación Psicológica Americana.

Investigadores de las universidades de Manitoba y Queen’s, en Canadá, analizaron 110 estudios sobre el tema, realizados durante 21 años, y compararon las experiencias de los empleados víctimas de acoso sexual y bullying. Aunque ambos fenómenos crean un ambiente negativo de trabajo y tienen efectos perjudiciales en la salud de los afectados, los expertos hallaron que el bullying –violencia psicológica o moral hacia una persona en forma reiterada– tiene mayores consecuencias.

“Los empleados que tuvieron una experiencia de agresión laboral manifestaron más estrés, ansiedad e ira y menos compromiso con el trabajo que aquellos que habían sufrido acoso sexual”, explicó a PERFIL Sandy Herschcovis, autora del estudio e investigadora de la Universidad de Manitoba.

Abuso. Hasta hace poco hablar de conflictos interpersonales en el contexto laboral significaba analizar casos de ausentismo, robo y acoso sexual. Pero hoy la atención está puesta en conductas más sutiles aunque no menos problemáticas, que involucran hostigamiento psicológico y moral o violencia verbal.

Los autores del estudio distinguieron diferentes formas de agresión en el trabajo: la incivility o mala educación, que hace referencia a la falta de respeto entre compañeros de trabajo; y el mobbing o bullying, que incluye ataques personales como criticar persistentemente, gritar o amenazar, difundir chismes, ignorar o excluir y denigrar a un empleado, tanto de parte de sus pares como de sus superiores (en la Argentina el bullying está más asociado al ámbito escolar, pero en el estudio los investigadores lo utilizaron como sinónimo de mobbing).

“Se trata de un fenómeno en el que participan varias personas y se utilizan diferentes estrategias de acoso. Esto afecta psicológica y emocionalmente a la víctima del hostigamiento y degrada el clima institucional”, opinó Silvia Angélica Suari, abogada y psicóloga, integrante de la Comisión Directiva de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.

Denuncia. El 46% de los empleados estadounidenses aseguró haber sufrido acoso psicológico en su lugar de trabajo en el último año, según estudios recientes de la Universidad de Manitoba.

Aunque no hay estadísticas del fenómeno en la Argentina, ya se han sancionado leyes contra la violencia laboral en distintas provincias, como Tucumán, Buenos Aires, Misiones y Santa Fe. “En ocasiones, un empleado no aplica las herramientas que tiene para defenderse del acoso laboral porque desconoce qué es el mobbing o no puede probarlo y teme que su denuncia ocasione la pérdida de su empleo”, explicó Suari.

Para Herschcovis, “el bullying es casi siempre más sutil que al acoso sexual e incluye conductas que no son obvias. ¿Cómo el empleado va a confesarle a su jefe que es excluido de almuerzos grupales o que es ignorado por sus compañeros de trabajo? La naturaleza insidiosa de esta conducta hace difícil ocuparse y sancionar”, graficó. Por otra parte, el acoso sexual está menos aceptado en la sociedad lo que hace que sea más fácil de denunciar.

Un problema que también llegó al colegio

Poner apodos, hacer burlas o comenzar peleas son problemas típicos de convivencia en cualquier escuela entre los más chicos. Pero los especialistas advierten que cuando estas conductas se vuelven reiteradas, se puede estar en presencia de un caso de bullying u hostigamiento.

“El bullying se define como un comportamiento prolongado de insulto verbal, rechazo social, intimidación psicológica y agresión física de un niño hacia otro. En todos los casos hay abuso de poder, porque el agresor establece una relación de dominio-sumisión sobre la víctima”, explicó María Zysman, psicopedagoga del equipo Bullying Cero Argentina. Este hostigamiento suele ser solapado, los chicos no hablan del problema y las agresiones se manifiestan en los lugares donde no hay adultos.

“Al consultorio llegan chicos con signos de depresión o problemas de aprendizaje. Se trata de ayudarlos fortaleciendo su personalidad y trabajando en sus habilidades sociales”, manifestó Zysman. Algunos de los síntomas de que un chico está padeciendo bullying son: llega a casa con arañazos, golpes o la ropa estropeada, está siempre de mal humor, tiene peores notas, insomnio o no quiere ir a la escuela.

Por Florencia Ballarino