Daniel tiene 22 años y en casi la mitad de ellos su cama fue la intemperie, los subtes y las comisarías, ámbitos donde incursionó en las drogas: «Uno te convida y te dice eh, vos fumá ¿qué sos? ¿Nene de mamá? Y bueno, la agarré y más tarde empecé a robarle a cualquiera», confesó el joven que, como él, al menos otros 70 mil chicos bonaerenses en situación de riesgo social conviven entre la pobreza y el «paco», residuos de la cocaína que de a poco están empezando a traspasar las vallas de la indigencia, a diferencia de lo que se pensaba.

Ya su costo no es el mismo. De valer menos de un peso hoy se ofrece cinco veces más caro por la misma ración, y lentamente chicos «de clase media» están incursionando en una de las peores drogas, «la que mata más rápido», según los médicos.

Pero el consumo del paco no es el único; las distintas formas de estupefacientes impactan fuerte en quienes «lo tienen todo», en aquellos que necesitan un «estimulante» para soportar más de 12 horas de trabajo al frente del volante- como es el caso de los colectiveros, taxistas y camioneros- o para resistir en pie un día entero en una sala de guardia hospitalaria, y de hasta aquellos abuelos que, casi sin quererlo, no pueden desprenderse de los antidepresivos o ansiolíticos.

Todos, independientemente de su estatus social, desempeño profesional, edad y grado de adicción, están siendo afectados con mayor intensidad en los últimos años por las drogas, según coinciden en advertir expertos consultados por este medio, quienes además ponen especial énfasis en la coyuntura socioeconómica actual como eje causal de las adicciones.

Se estima que al menos 4,5 millones de personas, en su gran mayoría niños y jóvenes, consumen algún tipo de estupefacientes en la Argentina, un país que dejó se ser de tránsito para pasar a posicionarse como productor de pasta base de cocaína, paco y éxtasis.

Si bien no existen datos oficiales sobre la cantidad de personas que harían uso de las drogas, los cálculos surgen de distintos informes de ONG y especialistas, que conocen de fondo la problemática.

De ese universo, los niños y adolescentes en situación de pobreza son los más perjudicados por tener acceso al «paco», cuyo consumo aumentó de forma «exponencial» en los últimos dos años.

Las estadísticas del Gobierno bonaerense revelan que entre 2006 y 2007 la ingesta de paco se incrementó un 400 por ciento, siendo los barrios postergados el epicentro de dicho consumo, a raíz de su bajo costo.

«Donde hay paco, hay producción de pasta base de cocaína, ya que todos sus desechos en lugar de ser tirados ahora se venden. Y cada vez más la Policía está descubriendo «cocinas» dentro de las villas», contó en diálogo con RIS-Argentina, Carlos Mari, analista y asesor de temas de seguridad ciudadana para la Cámara de Diputados bonaerense.

Este fenómeno da cuenta que el país dejó de ser puramente un punto de tránsito (donde se reembarcan cargamentos de droga que vienen de naciones de la región andina, para luego ser exportados) para pasar a ser fabricador de pasta base de cocaína (cocaína no tratada) y de éxtasis», advirtió Horacio Calderón, especialista en antiterrorismo y asesor de instituciones públicas en lo referido a lucha contra el narcotráfico y el tráfico de personas.

Calderón remarcó, además, que este panorama empeoró en los últimos dos años, «pero nada se hace para cambiarlo».

«En materia de políticas públicas es insuficiente porque la historia política argentina es deficiente. Aparece debilitada por el alto grado de corrupción que existe en estamentos políticos, judiciales y policiales del país. La mafia de la droga tiene influencias en cada sector de poder», aseguró el hombre y agregó:
«Por esos motivos es prácticamente imposible erradicarla».

Otros estudios de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) ponen en descubierto que casi el 50 por ciento de los jóvenes de entre 14 y 30 años (70 mil) que habitan en zonas postergadas del conurbano bonaerense consumen «paco».

No obstante, si bien su uso comenzó a masificarse en los últimos tiempos, comparadas con otras sustancias ilegales, el paco se halla en el cuarto lugar.

Al tope del ranking se ubica la marihuana, «que está en todos lados y sectores sociales», además de poseer «un marketing fenomenal desde múltiples espacios», opinó Claudio Izaguirre, presidente de la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA).

Detrás del cannabbis se encuentra la pasta base de cocaína y la cocaína, seguida por las llamadas drogas de diseño (éxtasis, popers y ketamina- anestésico que se utiliza para operar animales), y en cuarto lugar aparece el paco, que mata a un chico argentino por día, según cálculos de esa ONG.

«Si el paco llegara a todos, tendríamos un gravísimo problema, puesto que es la peor de las drogas. La que mata más rápido, daña el cerebro en un semestre y causa perjuicios irreversibles», comentó Izaguirre.

En otro orden, pero de no menor importancia, se ubican las drogas de farmacia, aquellas que son mayormente utilizadas por los abuelos y las mujeres depresivas: los tranquilizantes.

«Los médicos tienen gran responsabilidad en esto. Muchas veces recetan de más los tranquilizantes para tener `dopados a los adultos mayores y que `no molesten`», señaló el hombre.

Asimismo, el campo de la medicina también tiene su «alucinógeno», el fentanilo, un derivado de la morfina.

«Hay un gravísimo problema de consumo de derivados de morfina en el mundo médico, como el fentanilo, que se inyectan enfermeros y doctores. Su uso involucra en el país entre el 8 y 10 por ciento de estos profesionales», dijo el titular de AARA.

Quien también resaltó el incremento del consumo de drogas- cocaína y marihuana mayormente- por parte de los taxistas, colectiveros y camioneros a causa del ritmo laboral del presente: «Deben soportar altas horas de trabajo, hecho que está derivando en la generación de un número considerable de accidentes de tránsito».

«Lamentablemente no se realizaran en las morgues exámenes para determinar la presencia de algún estupefaciente, pero sabemos que las drogas junto con el alcohol, e incluso combinadas, están matando muchas vidas en las vías», señaló Izaguirre.

Precisamente el pluriconsumo es la característica que adquiere en la Argentina el uso de las sustancias ilegales, según coincidieron en indicar los expertos consultados.
¿Por qué se consumen drogas?
A la hora de analizar el porqué, expertos sostienen que la persona adicta es la suma del «fracaso de una familia patológica y de una sociedad enferma»
Según datos oficiales, diez chicos ingresan por día, en promedio, en los centros sanitarios públicos de todo el país en un estado de coma alcohólico a causa de dicho cóctel.

A modo de ejemplo, sólo en el Hospital Fernández, de esta ciudad, ingresan diariamente siete jóvenes en ese estado, es por eso que «el alcohol, la principal droga más consumida, junta con la marihuana, la segunda, deviene casi inevitablemente en la muerte, y nada se hace para contrarrestar ese hábito», subrayó Izaguirre.

En tanto, y retomando las causas sociales, Mari señaló que la globalización económica trajo consigo una alta taza de «sufrimiento social», que llenó la sociedad de desocupados, de excluidos del PBI, destruyendo la familia como unidad estructural y funcional de la sociedad.

Y cómo lo hizo: «Aumentando las disputas intrafamiliares, desnaturalizando el rol de la paternidad y de la maternidad, desvalorizando la potestad del padre de familia como inductor de las jerarquías de los valores y como propulsor de la incorporación cognoscitiva de las conductas disvaliosas».

Es decir, «provocando que aquellos individuos más débiles o «más frágiles» de la familia que no toleraban el dolor psíquico, se fugaran de la realidad recurriendo al efecto farmacológico (de las drogas) que los evadiera de «su frustrante realidad».

En suma durante décadas sembramos vientos y hoy recogemos tempestades», alertó Mari.

A lo que otros expertos consultados agregaron las exigencias del mercado laboral actual, que no sólo provoca estrés, contracturas, insomnio y demás patologías a sus empleados sino que también alientan el uso de sustancias ilegales.

«Los colectiveros, camioneros y taxistas están tomando cada vez más cocaína para poder desempeñar bien su trabajo, pero después de un tiempo empiezan a trabajar para consumir. Esto ocurre porque no cuidamos al ciudadano.

Sobreexigimos a la persona que está al volante al obligarlo a desarrollar tareas como mínimo entre 12 y 15 horas. Éste se encuentra en una situación de tener que rendir más y para ello acude a los estupefacientes, que le otorgan un mayor rendimiento, pero a la vez, los mata de a poco. En este contexto, el Ministerio de Trabajo tendría que tomar parte», opinó el titular de AARA.

 
http://www.eldia.com.ar/edis/20080119/20080119154652.htm
http://www.eldia.com.ar/edis/20080119/20080119161942.htm
El Día de La Plata 19/01/2008